sábado, 20 de agosto de 2011

Zacarías 14:1-5

Juan Stam

Como último ejemplo, cito un texto dramático favorito de algunos "expertos" en profecía: "Y se afirmarán sus pies en aquel día sobre el monte de los Olivos... y el monte de los Olivos se partirá por en medio" (Zac 14:4). Es sensacional la imagen de un famoso cerro partido en dos, pero surge una primera pregunta: ¿Qué sentido puede tener esa enseñanza, para nosotros hoy y aun más para los lectores originales? Si no tiene un sentido claro, la interpretación es dudosa.

Es un pecado hermenéutico tomar una frase aislada, fuera del contexto del pasaje entero. Pongamos la lupa exegética al pasaje completo:
¡Jerusalén! Viene un día para el Señor [Yahvéh] cuando tus despojos serán repartidos en tus propias calles. Movilizará a todas las naciones para que peleen contra tí. Te conquistarán, saquearán tus casas y violarán a tus mujeres. La mitad de tus habitantes irá al exilio, pero el resto de l pueblo se quedará contigo.

Entonces saldrá el Señor [Yahvéh] y peleará contra aquellas naciones, como cuando pelea en el día de la batalla. En aquel día pondrá el Señor [Yahvéh] sus pies en el monte de los Olivos, que se encuentra al este de Jerusalén, y el monte de los Olivos se partirá en dos de este a oeste, y formará un gran valle, con una mitad del monte desplazándose al norte y la otra mitad al sur. Ustedes huirán por el valle de mi monte, porque se extenderá hasta Asal. Huirán como huyeron del terremoto en los días de Uzías, rey de Judá. Entonces vendrá el Senòr [Yahvéh], acompañado de todos sus fieles (Zac 14:1-5 nvi]
Lo primero que llama la atención en este texto es que no es un pasaje mesiánico (como lo es Zac 9:9-17); el que viene aquí no es el Mesías sino Yahvéh mismo. Es evidente que aquí no se trata de la segunda venida del Señor Jesucristo sino de otra de las intervenciones de Dios mismo para rescatar a su pueblo. A esa situación corresponden los detalles del relato (saqueo de casas, violación de mujeres, exilio masivo), no al Armagedón ni a la parousía de Jesús. Eso es el sentido también de la rajadura del monte de los Olivos, con todos sus detalles geográficos: el propósito es de quitar el cerro, como obstáculo a la fuga, y abrir un camino para la huida rápida de los judíos cuando las naciones enemigas atacan.

Este detalle tampoco debe tomarse literalmente. Es un pasaje paralelo con Isaías 40:3-4:
Preparen en el desierto un camino para Yahvéh,
enderecen en la estepa un sendero para nuestro Dios.
Que se levanten todos los valles,
y se allanen todos los montes y colinas;
que el terreno escabroso se nivele
y se alisen las quebradas.
Estos pasajes no se refieren a fenómenos sísmicos ni a milagros de ingeniería, sino a la fidelidad y ternura con que Yahvéh cuida a su pueblo. En los apuros de la vida y las situaciones de peligro, Dios moverá cielo y tierra para salvarnos (1Cor 10:13). Lo expresa muy bien un bello cántico de Marcos Witt:
Sendas Dios hará, donde piensas que no hay;
él obra en maneras que no podemos entender;
Él me guiará, a su lado estaré, amor y fuerza me dará,
un camino hará donde no lo hay.

Si camino en la soledad me guiará
y agua en el desierto encontraré;
la tierra pasará. su palabra eterna es;
él hará algo nuevo hoy.
¿Cual es más edificante: una predicción sensacionalista de un fenómeno topográfico (¡los pies de Cristo, al tocar tierra, rompen un cerro!) o la promesa de que "Sendas él hará, dónde no las hay?" ¿Cuál era más apropiado y significativo para los primeros receptores, como también para nosotros hoy? Creo que la respuesta es obvia.

Fuente:
http://www.ticosnet.com/dnn/Default.aspx?tabid=110&EntryID=333

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