martes, 31 de agosto de 2010

Marcos 3:1-6 - Conflicto en la institución religiosa...

Hoy por hoy, el modelo farisaico está más vivo que nunca en el seno de muchas iglesias cristianas. Abundan las congregaciones donde las personas son vistas como simples datos estadísticos que sirven sólo para hinchar el ego de “sus líderes” y en la mayoría de los casos, su bolsa. No hay pastoreo, no se busca a las personas, no hay interés en sus carestías.19 Otros utilizan una especie de demagogia religiosa y un discurso bíblico espurio, ajeno al evangelio y a las necesidades de la gente, con el fin de mantener a sus miembros “atontados” y así hacer con ellos lo que les plazca.20 Tampoco escasean los que ven a las personas como “potenciales clientes” de los cuales pueden obtener dinero, estatus o apoyo político y/o religioso.

Estas comunidades cristianas, que deberían defender el bienestar de las personas a ultranza, lamentablemente se nos presentan como centros para el bienestar de unos pocos, los líderes.

El modelo farisaico es visible también en aquellas iglesias donde sus miembros viven en una apatía generalizada respecto a la felicidad del prójimo. Para muchos “cristianos” ayudar y servir a los demás es algo tedioso, pesa tender una mano u ofrecer algún servicio, molesta dar de lo que se tiene para el beneficio del otro, cuesta desacomodarse o sacrificarse por la dicha ajena.21 Sin lugar a dudas, estas realidades son el más vívido reflejo de una seria esterilidad espiritual y de un encarnado egoísmo, donde quien importa somos nosotros y nadie más. Estamos ante la presencia de un “cristianismo” sin amor; y si existe todavía, es un amor que está en peligro de extinción.

Por su parte, el modelo jesuánico invita a las iglesias cristianas a calibrar su mirada, a enfocar correctamente su visión, no siendo ciegos ante las necesidades humanas y apostando por el bienestar del prójimo. La promoción de la vida y la felicidad ajena tienen que ser el principal axioma que debe regir la vida eclesial de toda comunidad cristiana, son esos elementos los que la legitiman, los que le dan validez. Por tanto, cada programa, cada actividad, cada plan, cada edificio, cada mensaje, cada canto, cada centavo, etcétera, debe estar en función del desarrollo pleno de los demás, sino no tienen razón de ser.22 Ya basta de centrar la mirada en edificios, dinero, fama, poder y activismo cuando eso implica cosificar o relegar a las personas y sus carencias, cuando eso implica hacer caso omiso de los sufrimientos humanos.

Las congregaciones cristianas deben ser la alternativa de la sociedad sin Dios donde la vida humana es la prioridad; donde se lucha por la mejoría integral de las gentes; donde las personas no son frías estadísticas sino seres “de carne y hueso”23 que son tratados con dignidad y respeto; donde se está a favor del marginado y del necesitado en palabra y en hecho; donde el líder sirve a su prójimo y no se sirve de él;24 donde se respira y se vive el amor genuino, sacrificial e incondicional.25

De acuerdo con nuestro relato, mientras los letrados judíos tienen puesta la mirada en sí mismos y en sus interpretaciones arbitrarias de la ley, Jesús ve lo que los fariseos no tenían la capacidad de distinguir: un hombre con necesidades. Y es, a través de ese gesto, que el Maestro de Galilea hoy nos interpela y también nos invita a ver, a no ser ciegos, a percatarnos de que el otro nos necesita, para que partiendo de ahí actuemos como él mismo lo hizo. De esto seremos testigos a continuación.
© 2009 Jibsam Melgares
El autor es hondureño, ingeniero en sistemas computacionales por la Universidad Tecnológica Centroamericana (UNITEC), San Pedro Sula, Honduras (2002). Licenciado en teología por el Seminario Teológico Centroamericano (SETECA), ciudad de Guatemala, Guatemala (2007). Pastor de la Iglesia Bíblica Comunidad del Reino (IBCRE), San Pedro Sula, Honduras. E-mail: comentarios@teologos.com.ar

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