martes, 7 de septiembre de 2010

Hebreos 11:1 "Es, pues, la fe..."

Si se tomara una muestra al azar de mil cristianos norteamericanos, la mayoría definiría a la fe como la creencia en la existencia de Dios. Antiguamente, no se requería fe para creer que Dios existía, casi todo el mundo lo daba por sentado. La fe tenía que ver con la relación personal con Dios, con la confianza en Dios. La diferencia entre la fe como «creer en algo que puede o no existir» y la fe como «confiar en Dios» es enorme. La primera es cuestión de la mente, en tanto la segunda tiene que ver con el corazón. La primera no nos cambia necesariamente, pero la segunda, nos transforma inevitablemente.

Tal es la fe descripta por Paul Ti11ich en su famosa obra The Shaking of the Foundattions [El estremecimiento de los cimientos]:
«La gracia nos impacta cuando estamos en gran dolor e inquietud. Nos impacta cuando andamos por el valle de tinieblas de una vida vacía y sin significado... Nos impacta cuando año tras año, la anhelada perfección sigue sin aparecer, cuando las viejas compulsiones siguen gobernándonos como lo han hecho durante décadas, cuando la desesperanza destruye el gozo y el coraje. A veces en ese momento, una ola de luz irrumpe en nuestras tinieblas, y es como si una voz dijera: "Eres aceptado. Eres aceptado por alguien que es mucho más grande que tú, y de quien no conoces su nombre. No preguntes su nombre ahora; quizás más tarde lo conozcas. No trates de hacer nada ahora; quizás más tarde hagas mucho. No busques nada, no actúes, no pretendas nada. Simplemente acepta el hecho de que eres aceptado". Si eso nos sucede, es que experimentamos la gracia»
Manning, Brennan. El Evangelio de los andrajosos. Casa Creación : Lake Mary, Florida, 2004 
(ed. ing. 2000). pp.26.
Puede ver el artículo completo AQUÍ.

No hay comentarios: